Fatouma Mukamugenzi, de 35 años, es otra vendedora de Kigali que mira hacia el futuro. Incluso en el calor del mediodía, no da señales de decaer mientras se sienta detrás de su puesto, cargado como está de limas, mangos, plátanos y naranjas. En cambio, está pensando en las habilidades y la formación que necesita para convertirse en comerciante internacional.

“Necesito formación en gestión y planificación empresarial”, afirma. “Capacitación en habilidades de negociación, liderazgo y préstamos”. También quiere beneficiarse de la experiencia de otros a través de visitas de intercambio, para poder mejorar su negocio.

Es difícil imaginar que hace apenas cuatro años, esta astuta mujer de negocios luchaba por alimentar a su familia. “Mi familia era pobre”, dice. “Me casé cuando tenía apenas 16 años. Como era demasiado joven, era realmente difícil cuidar de mi familia porque mi esposo estaba sin trabajo. No podíamos conseguir suficiente comida, alojamiento, seguro médico o cuotas escolares para nuestros hijos”.

La venta ambulante resultó ser la única ocupación que tenía Fatouma. “Solía ​​vender fruta, pero las condiciones de venta en la calle eran desesperantes. Tenía que llevar productos sobre mi cabeza todo el día, hiciera mal o buen tiempo. A veces, nos topábamos con accidentes de tráfico o ladrones”.

Como tantos otros vendedores ambulantes, Fatouma se sentía sola. Pero cuando se unió a SYTRIECI, comenzó a conocer a otras personas en la misma situación. Comenzaron a compartir experiencias, dice, y luego comenzaron a trabajar juntas. Fatouma se unió a otras para formar una SSF y recibir capacitación sobre derechos y habilidades de negociación, lo que la ayudó a adquirir un puesto en el mercado y a superar los desafíos de trabajar con la administración del mercado.

“Ahora sé negociar para conseguir soluciones favorables a los grandes desafíos que se presentan en mi trabajo”, afirma Fatouma. Además, utiliza sus habilidades de negociación en beneficio de los demás tras ser elegida para el comité nacional de negociación creado por SYTRIECI.

Sus ingresos se estabilizan aún más gracias a su colaboración con otros vendedores del mercado. “Por ahora”, dice Fatouma, “puedo estar segura de vender incluso cuando no estoy en mi puesto de venta porque mis colegas pueden vender mis productos por mí, lo que no era lo mismo cuando tenía que llevar los productos en la cabeza a todas partes”.

Las nuevas habilidades de Fatouma en negociación y colaboración no sólo tienen un efecto dominó, beneficiando a otros en la comunidad, sino que también han tenido un impacto dramático en la vida de su propia familia.

“Hay cosas que puedo hacer que no podía hacer antes de unirme a SYTRIECI”, dice. “Ahora puedo pagar las tasas escolares de mis hijos, alimentarlos y pagar su seguro médico. Tengo una casa, cuando antes tenía que pagar un alquiler mensual. Puedo administrar una gran cantidad de dinero e invertirlo correctamente”.

Con esta seguridad, basada en el aprendizaje, las habilidades y la comunidad, Fatouma ahora puede darse el lujo de soñar.

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